domingo, 24 de junio de 2012

A VUELTAS CON EL LENGUAJE SEXISTA



No es el sistema Lingüístico y su manifestación en el habla lo que debe cambiarse, sino la sociedad.

Luis García Pérez*


A raíz de la publicación de un artículo del académico Ignacio Bosque, se ha suscitado una polémica ,que viene ya de lejos, sobre el empleo del lenguaje sexista.
Antes de nada tengo que decir que me sonrojan ciertas expresiones cavernícolas como cuando alguien al volante realiza mal una maniobra y un hombre desde la ventanilla le grita: “Mujer tenías que ser”. Me horroriza aún más esa lacra social de la violencia machista en el hogar, pero tampoco me agrada la utilización de la mujer como florero, como cuando vemos a una guapísima joven cobijando con una sombrilla de un lado para otro, por ejemplo a los pilotos de fórmula uno. Por supuesto que me indigna que una mujer, por el mero hecho de serlo, cobre menos que el hombre realizando el mismo trabajo. Pero no estoy de acuerdo en que la lengua de los hablantes sea sexista.

En lingüística llamamos término no marcado o genérico a aquel que incluye a los dos géneros, algo que sucede en el español y en otras lenguas derivadas del latín. Este término no marcado es el masculino y para hacer “visible” a la mujer, el habla tiene muchos recursos y siempre ha sabido mejor que nadie regatear estos problemas en virtud de una ley de gran valor: La economía del lenguaje. Si decimos que los trabajadores deben exigir sus derechos, nos estamos refiriendo por supuesto a trabajadores y trabajadoras, aunque las guías empleadas en varias instituciones quieren poner en práctica el uso de @ o bien otras formas como los trabajadores y las trabajadoras o marcando los géneros diciendo los/ las alumnos/ alumnas. Si habláramos así, un acto cualquiera podría comenzar de este modo: Amigos y amigas, bienvenidos y bienvenidas a este acto de entrega de premios a los ganadores y ganadoras de los premios. ¿Verdad que esta forma de hablar resultaría realmente empalagosa?

Creo que el error parte de la confusión entre sexo y género gramatical. El genérico o no marcado incluye también al femenino. Cambiar este uso genérico para hacer “visible” a la mujer es lo que se pretende actualmente. Este error es el mismo que se pretende al considerar que /o/ es marca del masculino y /a/ del femenino, cosa que no es así, pues en el género gramatical palabras como mapa es masculino, mientras que mano es femenino. También la oposición /o/ /a/ puede ser indicativo de extensión o cantidad como ocurre con huerto y huerta; bolso y bolsa; cesto y cesta, etc. Siguiendo la evolución de la sociedad y la falsa equivalencia entre género y sexo, deberíamos también decir el pianisto, el futbolisto, el astronauto, víctimo, criaturo, persono, etc. En los nombres epicenos donde no existe la oposición masculino/ femenino decimos la perdiz, la liebre o el gorila y también la muchedumbre o el gentío, aunque en los dos últimos casos nos estamos refiriendo a hombres, mujeres niños y niñas. En otros casos la extensión tampoco marca al femenino ni al masculino: la guardia/ el guardia; la policía/la policía; la música /la música, pero siempre quedará muy claro por el contexto del hablante a cuál de los dos términos nos referimos.

También existe el término marcado en los tiempos verbales: el presente puede referirse al futuro: mañana voy a Madrid o en el presente histórico con valor de pasado: Colón descubre América en 1492.

La lengua y por consiguiente el habla, tiene múltiples recursos para no incurrir en ambigüedades de sexo y género gramatical. Siempre ha ocurrido así, y, cuando de la evolución desde latín vulgar la palabra óleum dio lugar a dos palabras homónimas óleo= aceite y también ojo, el castellano, también hizo un buen regate para salvar esta homonimia molesta, buscando la solución de recurrir a la palabra árabe, actual aceite.

Hay casos en los que es fácil recurrir por sustitución a términos en los que no quepa ambigüedad alguna. Por ejemplo si decimos que Marta y Antonio viven juntos, resulta muy fácil decir que viven en pareja; pero si no es posible hacer esta sustitución no podríamos decir que viven solos y sustituir solos por en soledad porque el sentido sería muy distinto.

A pesar de todo, si pueden oírse frases con tintes machistas, incluso en los medios de comunicación cuando escriben cosas como éstas: En el vehículo accidentado viajaban dos suecos con sus respectivas mujeres, pues del mismo modo sería feminismo decir que en el vehículo accidentado viajaban dos mujeres suecas con sus respectivos maridos.
Creo que con todo lo anteriormente expuesto, estarán de acuerdo personas como Soledad Puértolas, Maruja Torres, Almudena Grandes o Carmen Posadas, por citar sólo algunas mujeres famosas o Elvira Lindo cuyas opiniones comparto cuando escribe: “Forzar otra manera de hablar es ni más ni menos una imposición política que nada tiene que ver con las reglas filológicas ni con el uso natural del habla”

En definitiva, concluyo diciendo que cambiar los modelos lingüísticos es algo tan ingenuo como inútil. Es la sociedad la que debe cambiar para que la mujer sea considerada al mismo nivel que el hombre a fin de no tener que leer estadísticas en las que se afirma que el ochenta por ciento de las tareas del hogar las realizan las mujeres.
* Exprofesor y Filólogo”

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