No es
el sistema Lingüístico y su manifestación en el habla lo que debe
cambiarse, sino la sociedad.
Luis
García Pérez*
A raíz
de la publicación de un artículo del académico Ignacio Bosque, se
ha suscitado una polémica ,que viene ya de lejos, sobre el empleo
del lenguaje sexista.
Antes de
nada tengo que decir que me sonrojan ciertas expresiones cavernícolas
como cuando alguien al volante realiza mal una maniobra y un hombre
desde la ventanilla le grita: “Mujer tenías que ser”. Me
horroriza aún más esa lacra social de la violencia machista en el
hogar, pero tampoco me agrada la utilización de la mujer como
florero, como cuando vemos a una guapísima joven cobijando con una
sombrilla de un lado para otro, por ejemplo a los pilotos de fórmula
uno. Por supuesto que me indigna que una mujer, por el mero hecho de
serlo, cobre menos que el hombre realizando el mismo trabajo. Pero no
estoy de acuerdo en que la lengua de los hablantes sea sexista.
En
lingüística llamamos término no marcado o genérico a aquel que
incluye a los dos géneros, algo que sucede en el español y en otras
lenguas derivadas del latín. Este término no marcado es el
masculino y para hacer “visible” a la mujer, el habla tiene
muchos recursos y siempre ha sabido mejor que nadie regatear estos
problemas en virtud de una ley de gran valor: La
economía del lenguaje. Si decimos que
los trabajadores deben exigir sus derechos, nos estamos refiriendo
por supuesto a trabajadores y trabajadoras, aunque las guías
empleadas en varias instituciones quieren poner en práctica el uso
de @ o bien otras formas como los trabajadores y las trabajadoras o
marcando los géneros diciendo los/ las alumnos/ alumnas. Si
habláramos así, un acto cualquiera podría comenzar de este modo:
Amigos y amigas, bienvenidos y bienvenidas a este acto de entrega de
premios a los ganadores y ganadoras de los premios. ¿Verdad que esta
forma de hablar resultaría realmente empalagosa?
Creo
que el error parte de la confusión entre sexo y género gramatical.
El genérico o no marcado incluye también al femenino. Cambiar este
uso genérico para hacer “visible” a la mujer es lo que se
pretende actualmente. Este error es el mismo que se pretende al
considerar que /o/ es marca del masculino y /a/ del femenino, cosa
que no es así, pues en el género gramatical palabras como mapa
es masculino, mientras que mano es
femenino. También la oposición /o/ /a/ puede ser indicativo de
extensión o cantidad como ocurre con huerto
y huerta; bolso y bolsa; cesto y cesta, etc.
Siguiendo la evolución de la sociedad y la falsa equivalencia entre
género y sexo, deberíamos también decir el
pianisto, el futbolisto, el astronauto, víctimo, criaturo, persono,
etc. En los nombres epicenos donde no
existe la oposición masculino/
femenino decimos la
perdiz, la liebre o el gorila y
también la muchedumbre o el gentío,
aunque en los dos últimos casos nos
estamos refiriendo a hombres, mujeres niños y niñas. En otros casos
la extensión tampoco marca al femenino ni al masculino: la
guardia/ el guardia; la policía/la policía; la música /la música,
pero siempre quedará muy claro por el
contexto del hablante a cuál de los dos términos nos referimos.
También
existe el término marcado en los tiempos verbales: el presente puede
referirse al futuro: mañana voy a
Madrid o en el presente histórico con
valor de pasado: Colón descubre América
en 1492.
La
lengua y por consiguiente el habla, tiene múltiples recursos para no
incurrir en ambigüedades de sexo y género gramatical. Siempre ha
ocurrido así, y, cuando de la evolución desde latín vulgar la
palabra óleum dio
lugar a dos palabras homónimas óleo=
aceite y también ojo,
el castellano, también hizo un buen regate para salvar esta
homonimia molesta, buscando la solución de recurrir a la palabra
árabe, actual aceite.
Hay
casos en los que es fácil recurrir por sustitución a términos en
los que no quepa ambigüedad alguna. Por ejemplo si decimos que Marta
y Antonio viven juntos, resulta muy
fácil decir que viven en pareja; pero
si no es posible hacer esta sustitución no podríamos decir que
viven solos y sustituir solos por
en soledad
porque el sentido sería muy distinto.
A
pesar de todo, si pueden oírse frases con tintes machistas, incluso
en los medios de comunicación cuando escriben cosas como éstas: En
el vehículo accidentado viajaban dos suecos con sus respectivas
mujeres, pues del mismo modo sería
feminismo decir que en el vehículo accidentado viajaban dos mujeres
suecas con sus respectivos maridos.
Creo que
con todo lo anteriormente expuesto, estarán de acuerdo personas como
Soledad Puértolas, Maruja Torres, Almudena Grandes o Carmen Posadas,
por citar sólo algunas mujeres famosas o Elvira Lindo cuyas
opiniones comparto cuando escribe: “Forzar otra manera de hablar es
ni más ni menos una imposición política que nada tiene que ver con
las reglas filológicas ni con el uso natural del habla”
En
definitiva, concluyo diciendo que cambiar los modelos lingüísticos
es algo tan ingenuo como inútil. Es la sociedad la que debe cambiar
para que la mujer sea considerada al mismo nivel que el hombre a fin
de no tener que leer estadísticas en las que se afirma que el
ochenta por ciento de las tareas del hogar las realizan las mujeres.
*
Exprofesor y Filólogo”
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