Se apresuró la luna que fue a buscarte al alba,
y con un pálpito de alerta
se estremeció mi pecho
a trescientos kilómetros y ocho horas
de distancia y dolor.
Nos faltó tiempo, madre,
para que el tú y el yo se complacieran.
Tu partida temprana
me dejó, en la espera
de tantas esperanzas compartidas,
un grito interno de amargura.
Doblaron las campanas y mi corazón roto
latía desbocado.
Cuánto me hubiera gustado sentir
que tú me hablabas,
que me ayudabas a resolver conflictos
—esa fascinación que cuida el pensamiento—.
Por qué, madre, ahora que mis años
superan a los tuyos
sigo esperando tus consejos,
imaginando tus sentencias
en esta verticalidad que existo.
Tu voz ronda en el aire y es parte de memoria,
me devuelve palabras que escuché de tus labios
y me rastrean hábiles, silentes:
refrendan lo que fui.
Y, quizá, lo que soy es la respuesta
a mis interrogantes.
domingo, 25 de diciembre de 2022
Nos faltó tiempo - Presentación Pérez González
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