Aquella vez fui una garbosa flor
con la gabardina echada en el brazo,
acaudalé entusiasmo, desenfado,
fulguré la metáfora perfecta
y fui artífice de sueños rebeldes
empeñados en ser lo inconcebible
surgiendo de la mano y de la sien
reflejándose en el indubitable
espejo de unas concordantes notas
escritas, gozosas y desmedidas,
repletas con la indolencia del bourbon
derramado en un julio abrasador.
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