domingo, 19 de marzo de 2023

Entre tú y el mar (Alfredo Jesús Sánchez Rodríguez, Lastura Ediciones, 2021) - Teo Serna

¿Una visión fragmentada o una visión continua?
     Quizá la poesía no sea sino una forma de amor; mejor: una forma de amar. Quizá lo poesía sea una forma de conocimiento; mejor: una forma de desconocimiento. Quizá la poesía sea una manera de percibir la realidad; mejor: una forma de construir la realidad. Y así podríamos seguir, tratando de definir o de comprender el hecho poético, pues poesía es (y eso lo afirmo) no una “cosa”, sino la consecuencia de esa “cosa”, de su acción. Alfredo Jesús Sánchez me envía su libro, Entre tú y el mar, en el que el hecho poético recorre territorios recurrentes en poesía: el amor y el mar. Amor-mar-amar-mar-maramor-amormar. Por supuesto la mirada de cada poeta cambia la percepción del artefacto poético y fabrica desde sus cimientos realidades que pueden (o no) estar ahí, pero que, en cualquier caso, es él (el poeta) quien las saca a la luz para mostrarlas o escamotearlas como taimado mago, desde su atalaya.
     Es, desde luego, este Entre tú y el mar el pulso que Alfredo tiene de tan universales temas, omnipresentes en la poesía y, por lo tanto, delicados de tratar. Alfredo nos ofrece un largo poema de amor, aunque aparezca este dividido en varios. Señalo aquí el hecho de que el texto carece de signos de puntuación y de mayúsculas, creando un continuo en el que el lector se ve obligado a marcar el ritmo del verso desde su ritmo interior, adecuando, de alguna manera, el poema a su horma sistólica.
     Pudiera ser también que este poemario fuera un caleidoscopio en el que los trozos de cristal poético se mezclasen casi azarosamente (un azar controlado, en cualquier caso) formando un todo a partir de parcelas de luz pequeñas, de pequeñas teselas que, al final, compondrían un particular mosaico interno. Los párrafos de los poemas, señalados por el espacio interlineal, no hacen sino aglutinar unidades, fragmentos, para formar un espacio que puede leerse cambiando el orden de lectura “normal”, sin que, la mayor de las veces, pierda por ello el poema su sentido; al contrario: adquiriendo aromas nuevos, ritmos distintos. Hágase la prueba, por ejemplo y por jugar, leyendo el poema “las auroras en su sitio” (pág. 56) en orden de párrafos 1-2-3 o 2-1-3 (y es, repito, solo un ejemplo). Pero el azar de la lectura nos puede llevar por caminos que se bifurcan y nos podemos saltar el orden puesto ahí por Alfredo, como quien pone piedrecitas en el bosque para que no nos perdamos. ¿Lo traicionaremos entonces? Queda la pregunta ahí y me atrevo a decir que no, pues es tarea del poeta sembrar posibilidades, abrir ventanas al (des)conocimiento. No siempre el camino recto es el mejor, ni un aparente “orden” es el único, pues el poeta tiene varias manos para mover rápido los cubiletes que ocultan gemas preciosas. Gemas que contiene este Entre tú y el mar, sin que parezca que nos está ocultando inesperados brillos. Magia, en fin.

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