viernes, 15 de junio de 2012

PRESENTACIÓN DEL LIBRO 
                 "HISTORIA DE LA MÚSICA DE VILLAMANRRIQUE"



Antes de hablar del libro que hoy presentamos: “Historia de la música en Villamanrique. Tras la huella de su Maestro”, unas palabras sobre la autora: Antonia Piqueras Jiménez.


Toñi, como la conocemos gran parte de nosotros, nació en Villamanrique, un pueblo de la comarca del Campo de Montiel, alejado de la capital de la provincia, en el seno de una familia que, como otras muchas del mundo rural, tenía una idea clara: la nueva generación debía estudiar. Por eso, cuando terminó en el colegio del pueblo, siguió en el instituto más próximo, el de Villanueva de los Infantes, lo que le permitía compaginar las tareas escolares, el trabajo en el negocio familiar y algún que otro rato de diversión. Terminado el Bachiller era necesario dar el salto a Ciudad Real para empezar la carrera elegida, Geografía e Historia, aunque como su verdadera vocación era ser maestra, hubo de reorientar sus pasos, un año después, y se matriculó en Magisterio. Mas la vida impone sus ritmos. Llegó la boda, el cambio de residencia, la maternidad… Años de maduración, de acontecimientos que van llegando o son elegidos, y de preguntas. Finalmente empieza a trabajar, en distintos pueblos, en los Convenios de Educación de Adultos, primero en Jaén, luego en Ciudad Real. De adultos a primaria pasando por la oposición preceptiva, siempre abierta a los nuevos guiños del destino, por eso pinta, trabaja la madera, lee y escribe, lo que la lleva, en el año 2008, al Grupo Literario Guadiana y a publicar en su revista, Manxa, y en otras, como en la del Grupo Artístico Literario de La Solana: “Pan de trigo”. Asimismo, ha colaborado en el libro “Palabra de amor”, del III Encuentro de Poetas Oretania.


Conociendo la trayectoria se entiende su decisión de embarcarse en esta publicación en la que se conjugan pasado -“Hermano Dámaso” y otros- y futuro -sus hijos y sobrinos junto a todos los jóvenes de la nueva generación-. Y el futuro no supone repetición sino superar al maestro.


En el entorno rural, en un núcleo urbano de poco más de 1.400 habitantes de una zona deprimida e históricamente abandonada a su suerte como es el Campo de Montiel, la música era una rareza bienvenida, en sí misma y por lo que supone de semillero de otras realidades, pues siendo ésta lo importante en este homenaje, también puede ser pensada como pretexto de un proyecto, individual y solidario, el empeño de uno, no siempre solo, no siempre el mismo, que cristaliza en un sueño común hecho realidad.


En el trabajo de Antonia vamos descubriendo los hechos concretos, pero ella ha tenido la capacidad de hacernos partícipes de otras intuiciones que van más allá de los simples hechos. Nos lleva de la mano para que descubramos lo que no ha llegado a escribir, lo no nombrado y, sin embargo, presente en estas páginas que no son sino el símbolo de algo más profundo y amplio. Es la apuesta por hacer posible lo intuido, superando las dificultades, por encima de los imprevistos, a pesar de las fuerzas disolventes. Todo eso fluye en estos trece capítulos en los que la autora va desgranando una historia que no tiene por qué ser canónica, ni contrastable, aunque lo es.


Dice Elisa de Valle, en el Prólogo, que ella se sumó “al agradecimiento de todo un pueblo por sentirse herederos de una parte importante de su historia que los hizo crecer como comunidad, su legado cultural”. El Maestro sólo es el individuo en el que cristalizan las posibilidades e ilusiones de todo un grupo humano.


Toñi hace un esfuerzo de cronología y por eso dedica las primeras páginas a los orígenes de esa afición que un documento sitúa en el año 1917, cuando un músico de Beas del Segura, pueblo cercano a Villamanrique, anima a los jóvenes para formar una banda. Dámaso, con trece años entonces, ya entra a formar parte de ella. La vida zarandeó a ese grupo de entusiastas y los dispersó, mas la afición ya había echado raíces y a pesar de la difícil situación social, política y económica, se mantuvo el rescoldo que, en ocasiones, conseguía producir algo más que eso, como lo atestiguan los recuerdos y comentarios de algunos de los protagonistas, o familiares de éstos, que aparecen recogidos aquí.


Y la misma vida, que a veces hace volver a los que alejó, dio una nueva oportunidad. Con el regreso de Dámaso a Villamanrique, la ilusión que se mantenía latente, o algo más, en algunos, resurgió la idea de formar una banda. Y fue posible. Corrían los años setenta. Los tiempos fueron cambiando, y ellos se renovaban y adaptaban a las exigencias y posibles de cada momento. La muerte de Dámaso, en abril del 85 supuso la prueba de fuego. Superado el desconcierto y el dolor, se impuso el fruto de lo sembrado: la continuidad y enriquecimiento de la banda, las bandas, la música, que era, en definitiva, lo importante. Una Escuela se convierte en garantía de futuro, una Asociación, o varias, en soporte. Una forma de vida y de entender ésta, con sus luces y sombras, que siempre las ha habido y las hay. Hoy se presenta el documento que da fe del pasado y del presente, haciendo un quiño a lo que está por venir.


Este libro es como los ríos y arroyos que recorren el Campo de Montiel, se va enriqueciendo de aportaciones ajenas. Y la historia de la música en Villamanrique se asemeja a ellos, sin grandes avenidas, con cauces permanentes que a veces se lodan y su caudal estacional. Antonia ha sabido captar y plasmar esos latidos. Un libro personal sobre una apuesta colectiva que se documenta con la aportación de muchos de los protagonistas. Un cántico a la ilusión que se hace concreta por el empeño de todos, aunque siempre requiera de un catalizador: “el hermano Dámaso”, el Maestro, en este caso, y los que recogen la antorcha.


Ciudad Real, 12 de junio de 2012
                                              
         Esteban Rodríguez Ruiz





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