NUEVA ENTREGA
Pedro Antonio González Moreno nos hace una nueva
entrega en el poemario que ha titulado El ruido de la savia y
con el que ha conseguido el Premio Nacional de Poesía “José
Hierro”, convocado por el Ayuntamiento de San Sebastián de los
Reyes (Madrid).
Estructurado en cinco partes independientes:
“Raíces para un árbol genealógico”, “El ruido de la savia”,
“El poema y sus ramas”, “Tu cuerpo entre las hojas” y “Una
rama tronchada”, aunque relacionadas entre sí, va configurando “el
árbol” en cada una de las concreciones.
Lo primero que encontramos es el armazón que
sustenta el conjunto y sabremos que de sus antepasados no aprendió
grandes cosas, pero sí fundamentales, como el fijar las bases para
que los sueños lleguen a ser posibles y las palabras tengan fuerza y
sentido. Desde ese arraigo va presentando ante nosotros la herencia
de los suyos: arrieros, capataces, albañiles, aristócratas del
cansancio, nómadas, coleccionistas de derrotas…, que dejaron
escrita “su canción sin palabras”. Él sí escribe alimentado
por esas raíces que impulsan la savia y el veneno acumulado durante
generaciones y llega a descubrir el sentido pleno, la similitud ente
el “picón de la infancia” y los versos de madurez, ese quemar
muy cuidadosamente hasta que se consume la hojarasca, conservando la
lumbre “para ese duro invierno/ de la vida”, en el que habrá que
“agavillar desengaños”, enterrar sueños y escribir con tiento,
lentitud y sosiego.
Evoca recuerdos de yeso, artesa, llana…, y
descubre “que también con las palabras/ era posible construir…/
contra el miedo”, escribir poemas a escondidas en el viejo cuaderno
del desván para iluminar la noche, las tinieblas, e inyectar la vida
renovada en cada primavera, en cada verso robado al olvido, tras el
tiempo de espera.
Nos muestra la alquimia mediante la que conjuga
los elementos y logra lo buscado: “devolver a las cosas el brillo
que han perdido/ cuando el nombre envejece” y asumir el riesgo de
no salir indemne de la experiencia vivida tras asomarse a la “última
barricada contra el miedo”.
Pedro Antonio nos regala la esencia del poema,
núcleo del amor y frontera de la herida, de lo que pudo ser y no
fue, el eco de los otros y el silencio propio hecho concreto en las
palabras. En los dos últimos poemas que cierran el libro nos habla
de lo irremediable y la necesidad de hacer frente a la intemperie
desde la apariencia de normalidad: “que todo continúe como al
borde/ de suceder…”, aunque haya sucedido, asumiendo el reto de
la permanencia, buscando lo nuevo que llegará enlazado al presente.
Esteban Rodríguez Ruiz
Hola! Quiero contactar con Jesús Moreno Dávila Hernández.Soy una compañera de estudios de Magisterio y nos vamos a reunir el día 24 en Granada. A través de Internet he visto que un Jesús Moreno Dávila Hernández está en este grupo, quizás sea el que buscamos si es así puede contactar en el 627 54 12 05 es el movil de Pedro que es el que está organizando el encuentro. Nos gustaría que acudiera al encuentro. Por favor! rogamos le paseis el mensaje. Gracias!!
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