Naciste tú, poesía,
para darle alas a las almas mudas.
Naciste en partos a la vez que el hombre
para ser su luz, el sol en sus sombras frías.
Y te usaron para poder relatar con gusto
las delicias de mirar la luna.
Naciste en medio de un beso perdido en el campo,
un beso, que sólo tú podías contarle al mundo a qué sabía.
Naciste en la piel glotona de algún niño,
cuya madre olía,
mientras le mecía en sus brazos y le susurraba nanas
llenas de ti, poesía.
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