LOS
NOMBRES
Los
nombres y los días
es la obra con la que Darío Frías Paredes ha logrado el XIII Premio
Nacional de Poesía “Ciega de Manzanares” 2014, publicado por
Huerga y Fierro Editores en el 2015.
Maestro
de Primaria de profesión, tiene la poesía como refugio y
recreación, habiendo publicado Las
afueras del tiempo,
La dimensión de lo invisible,
Volverse sombra
y En la región de Escitia,
con las que ha ganado diversos premios.
En
Los nombres y los días,
el autor se enfrenta al tema de la muerte como realidad concreta,
dejando hablar a otros: John Milton, Edgar Allan Poe, Hölderin,
Ludwig Wittgenstein y Al-Ramadi, que exponen sus sentimientos y
experiencias sobre ella en situaciones privilegiadas.
Son
cincuenta y ocho poemas en los que podemos ir captando e intuyendo lo
que se representa cuando “Todo palidece de repente” y “La
muerte es una suave / marea de plomo / que avanza hacia mis
párpados”, nos dice Milton. “Todo estaba previsto; / ...”.
“Eres sólo / las sombras que te habitan: / de aquello que
aprendiste nada queda, / ...”.
“Sólo la
noche existe”.
Y
es Poe, en el cortejo fúnebre de Virginia Clemm, el que evoca las
sombras como referencia de sentido: “Nada / de cuanto / nos incumbe
/ pertenece a la luz”.
Hölderin
comparte sus ensoñaciones y confiesa que “...la muerte envuelve a
los objetos / de una dulce transparencia, / de un tacto / de
abandono”. “He confirmado lo que ya sabía: / Algo muy
transparente / tiembla en el aire”. “Para llenarse de vacío/
inventa / el mundo / las palabras / ...”. “Permanece en silencio
/ cuanto / amas”.
Wittgenstein,
ante la intuición de la cercanía de la muerte, confiesa: “... /
está cerca la luz / desenterrando ruinas”. “Todo parece
dispuesto / para algún extraño rito: / huye / si aún te quedan
restos de levedad en las alas / … / Tus labios / apagan la lluvia /
como si fuera cierto / que existimos”. “Pronto / tus manos /
vacías / no podrán sujetar / la noche”.
Pero es el poeta Al-Ramadi, el que nos da la clave:
“Con la voz / apagada de los nómadas, / los rostros / confiesan /
tristemente / que este lugar vacío / es / nuestro sueño”. “Morir
es / una huella”. “Sólo lo invisible, / … / supo ofrecernos
algo / parecido / a un cuerpo”. “Porque nada existe, / … ”.
Darío, en la Coda, hace la síntesis: “Lo que existe
y lo que no existe / son ya la misma cosa: / un puñado de signos,
una voz / crucificada”.
Permanecen las palabras, los versos, que, confiamos,
seguirán fluyendo.
Esteban Rodríguez Ruiz